miércoles, 11 de julio de 2012

El Farol de la Viuda


Esta leyenda se suscitaba en el barrio de El Vado. Un figura femenina con el rostro cubierto y supuestamente demacrado que solo se hacía notar por las noches cargando un farol que rompía con la oscuridad. Se dice que vivía en una casa abandonada en este barrio y que al igual que el cura, usaba este artilugio para espantar a los curiosos mientras tenía sus encuentros amorosos por las noches.

He aquí lo que dice el Dr. Ochoa Alvear:

“El pueblo manifiesta que el Farol de la Viuda era una mujer que pasadas las doce de la noche, seguía el curso del agua, buscando el alma de su tierna hija, a quien había matado y abandonado en una quebrada, por cuanto ella tuvo un nuevo amor y la presencia de su hija le servía de obstáculo para su nuevo cariño…”


La fémina viuda, realizaba, por decirlo así, una “hazaña heroica”, pues tenia que habérselas, muchas veces con riesgos donde podía hasta perder la vida o por lo menos su farol, que era su escudo o su alfanje, porque en más de una ocasión tuvo que habérselas con los canes de los llanos de “Taita Chavaco”; ya que sus muecas adquirían gestos caricaturales y jocosos cuando a veces a la luz de la luna, la noche era alumbrada por sus amarillentos rayos, que dejaban ver el rostro de la heroína y viuda, su faz demacrada.

Y, cuando ella apareció al tablado de sus andanzas era una época de transición, y entre la imaginación primitiva, esto es, cuando la lógica no había empezado a trabajar, entró la era de investigar y aun, de crear leyendas propiamente dichas de carácter histórico-literario.

La viuda alegre, cuya compañía y hasta cierto punto custodia, era el farol que se adelantaba a ella, iluminándole el camino fragoso por el que transitaba, hasta entrar en su aposento, que decía que estaba ubicado en el barrio del Vado, tan proclive a las apariciones y fantasmas tétricos y donde había además junto a la Cruz, la Casa de los Ruidos, que luego de algunas averiguaciones se llegó a la conclusión de que aquellos ruidos eran producidos desde fuera, porque un conocido doctorcito de la época, y muy connotado de día, y un gagón por la noche, lanzaba unas cuantas piedrecillas a la ventana que daba al aposento de su “querida”. Señalemos además que el amante furtivo tenía a flor de labios estas coplas, para garantizar a su amada que siempre la quería ver, claro está en la oscuridad de la noche, -con paradoja y todo-:
Anoche me fui por verte
Por encima del tejado,
Salió tu mama y me dijo
Este gato está cebado….
O esta otra más enjundiosa:
Anoche me fui por verte
Por debajo del canayuyo,
Salió tu mama y me dijo
Todo lo de mi hija es tuyo…

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